¿Niña o niño?

Es una interrogante ineludible al estar embarazada y que el saber o no saber influye en la manera que los padres comienzan a relacionarse con su hijo desde el vientre materno. Por lo general escuchamos de los padres  que “No importa si es niño o niña, siempre y cuando venga sano”. Sin bien es cierto que la salud es primordial no se descarta el hecho de que se halle presente un deseo sobre el sexo del bebé.
Hace unas décadas no era posible saber qué sería, las madres lo intuían a través de diversos medios; algunas refieren que sus sueños develan este hecho, otras hablan de las sensaciones corporales, por ejemplo el tipo de antojos, si se tiene nauseas, el color de la orina, la forma que adquiere la barriga, la intensidad de movimientos, entre otros. También nos encontramos con algunas ideas alrededor de cómo se dio la concepció n, de acuerdo a la posición que se tuvo o si hubo orgasmo.
Estas ideas son parte de nuestras costumbres y mitos que hemos desarrollado ante la necesidad de respuestas y de romper con la incertidumbre, ya que los padres inevitablemente comienzan a conformar una imagen del hijo, el sexo, los rasgos fisonómicos, el tono de piel, el color de los ojos, el tipo de cabello, etc.
Actualmente los avances de le tecnología permiten tener mayor certeza sobre el sexo del bebé a partir de las 18 semanas de embarazo, se puede detectar a través de una ecografía o sonograma, o mediante el estudio de cromosomas. Curiosamente, aún con la posibilidad de saberlo, muchos padres prefieren esperar al nacimiento y recibir al bebé con sorpresa.
Es cierto que lo primordial para los padres es que el bebé nazca en buenas condiciones y con buena salud. No obstante siempre se halla la expectativa de tener un niño o una niña, el deseo en ocasiones aparece con más claridad, esto lo podemos ver en las familias donde el primogénito varón es heredero de la riqueza familiar o de grandes expectativas, como el que sea exitoso. Cabe destacar que actualmente el deseo no se limita a que el bebé sea un varón, el anhelo por una niña es cada vez más frecuente en las familias, en quienes se depositan fantasías y expectativas asociadas a la ternura, la estética, la sensualidad, etc.
¿Qué será entonces lo que motiva a los padres a no saber el sexo del bebé? Por un lado pareciera que la espera del nacimiento para este saber trae consigo el regalo de la sorpresa. Pero detrás de esta sensación muchas veces se halla el temor de que el hijo se viva rechazado, dada la comunicación corporal que tiene con él. Esta idea que tienen las madres coincide con la opinión de algunos médicos respecto a cómo afecta al desarrollo intrauterino el rechazo del sexo.
Por otro lado encontramos ciertas ventajas al conocimiento previo del sexo, en cuestiones prácticas como al elegir la ropa y hacer decoraciones de la habitación, así como la posibilidad de llamarle por su nombre desde que está en el vientre.
¿Qué será mejor, saber o no saber? La respuesta sólo la tienen los padres en espera de un bebé, depende del nivel de tolerancia ante la incertidumbre, la necesidad de planear y anticipar, la fuerza que tenga el deseo por algún sexo, las fantasías alrededor del embarazo, etc., elementos que al reflexionarse favorecen la tranquilidad de los padres.

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