Toda mujer embarazada debe realizarse una serie de análisis clínicos que le ayuden a conocer el desarrollo de su bebé para comprobar que todo marcha bien para la salud de la mamá y del pequeño. A continuación presentamos un resumen de las pruebas más comunes para el control del embarazo y mencionaremos para qué sirven y cómo se realizan.
En la primera consulta se evalúa el estado de salud general de la madre, antecedentes familiares, enfermedades anteriores y actuales, alergias, consumo de alcohol, cigarro o medicamentos. También debe valorarse la estatura, peso actual y presión arterial; las pruebas más comunes a realizar son las sanguíneas, de orina y la ecografía.
Análisis sanguíneos: Entre los análisis sanguíneos se piden biometría hemática y química sanguínea para comprobar el estado de salud general, si existe anemia o algún trastorno que afecte el progreso de la gestación; VDRL para descartar enfermedades de transmisión sexual como VIH y sífilis que podrían ser transmitidas al pequeño; factor RH para conocer el tipo de sangre de la mamá y saber si es compatible con la del pequeño; en algunas ocasiones se solicita unTriple Screening, que es un análisis sanguíneo para determinar el riesgo de alteraciones cromosómicas en el bebé como Síndrome de Down o algún tipo de malformación, esta prueba en especial debe realizarse entre la semana 9 y 11 de gestación.
Análisis de orina: El análisis de orina consiste en un estudio del contenido de la orina para detectar la presencia de proteínas o de bacterias que pueden ser indicativos de preclampsia o de tensión arterial elevada o diabetes gestacional en caso de que la glucosa se encuentre elevada. Este análisis también puede indicar infecciones vaginales o del riñón. El análisis sanguíneo se recomienda cada trimestre del embarazo, en el primer trimestre se realiza junto con el factor RH para descartar enfermedades como rubéola, toxoplasmosis o VIH, en el segundo trimestre para detectar los niveles de glucosa y en el tercero se descartan infecciones o enfermedades transmisibles al bebé.
Ecografía: La ecografía o ultrasonido es un procedimiento no invasivo en el que se recogen las ondas sonoras del útero y aparece reflejada una imagen en el monitor, en este procedimiento no se utiliza radiación por lo que puede realizarse cada vez que sea necesario. La primera ecografía sirve para descartar malformaciones en el feto y embarazos ectópicos. La ecografía permite observar al feto en el útero de su madre, sus movimientos, talla de la cabeza y del cuerpo, cantidad de líquido amniótico, tamaño y forma de la placenta, etc.
Amniocentesis: Esta prueba se realiza en el segundo trimestre del embarazo para descartar anomalías cromosómicas en el feto cuando algo salío mal en el Triple Screening. La amniocentesis consiste en una extracción de líquido amniótico por medio de una inyección de la cavidad uterina guiada por una ecografía para no lastimar al feto. Esta prueba es definitiva para el diagnóstico precoz de trastornos endocrinos fetales, defectos del tubo neural y enfermedades hereditarias.
La amniocentesis se realiza entre la semana 15 y 16 de gestación y se obtienen los resultados alrededor de 3 semanas después. Aunque la prueba es segura para el feto, es un procedimiento invasivo que conlleva riesgos como infecciones, desgarres a la placenta que induzcan la labor de parto prematura o un aborto, sin embargo el riesgo es menor al 0,5%.