Escrito por Bianca Manrique López Psicoanalista
Cuando un niño se ve confrontado con una sacudida tan fuerte como lo es el divorcio de sus padres, su mundo es trastocado. El divorcio es un evento que irrumpe en su vida sin que ellos así lo hayan deseado, trayendo con ello consecuencias poco agradables. De la manera en la que se dé la separación, ya sea de común acuerdo o por decisión unilateral, pacífica o violentamente, rápida o lentamente; es un trago difícil para los hijos, pero es más fácil de comprender y de sobrellevar cuando los papás toman ciertas medidas para que el impacto en los niños sea menor.
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- Tratar de que su rutina cambie lo menos posible. Recuerda que las rutinas les dan seguridad y cuando hay cambios demasiado repentinos, suelen desestabilizarlos y angustiarlos. Dentro de lo posible es lo deseable que continúen con sus actividades de siempre y que se mantengan las tradiciones familiares. Es también importante ser claros (de acuerdo a la edad) en lo que va a pasar a partir de que se concrete el divorcio, ayudarlos a anticipar cómo van a ser las cosas de ahora en adelante. Por ejemplo: “El viernes tu papá se va a cambiar de casa y ya no va a vivir con nosotros, pero lo vas a ver cada fin de semana, va a pasar por ti y se van a ir a pasear y a visitar a tus abuelos”.
- Mantener las reglas y los límites cómo siempre. En ocasiones la culpa puede hacer que alguno o ambos padres les permitan a los hijos hacer cosas que no serían permitidas antes del divorcio, pero eso sólo genera mayor confusión y un aumento de angustia, porque el niño pierde la protección de unos límites firmes y bien establecidos. Por ejemplo, es común que ya que no está el cónyuge, le permitan a los hijos dormir con mamá o papá en su cama, cosa que no hubiera sucedido antes de la separación.
- Explicar en un lenguaje de acuerdo a su edad que las razones del divorcio son dificultades entre los papás y repetir cuantas veces sean necesarias que no es su culpa, que es un asunto entre mamá y papá y que ellos no tienen responsabilidad sobre dichas dificultades. Así mismo, explicarles que muchas cosas van a cambiar, pero que el amor que uno y otro les tienen no va a cambiar porque estén divorciados.
- Observarlos mucho y preguntar cómo se sienten con todo lo que está pasando. De igual manera, es muy importante permitirles ventilar su enojo, confusión, frustración, tristeza, etc. y expresar todo lo que necesiten en ese momento y de ser el caso, llevarlos con un especialista que pueda ayudarles a procesar todo lo vivido. ¿En qué casos puede ser necesario? Cuando la reacción es demasiado intensa y la rabia o la angustia afectan su adaptación y su bienestar o cuando dicha reacción se prolonga por demasiado tiempo y no va disminuyendo en intensidad.
- No tomarlos de rehenes, ni como armas contra el ex-esposo (a). No dejar que vean a su papá o mamá, hablarles mal de ellos, amenazarlos, pedirles que elijan un lado, exponerlos a discusiones entre los padres; sólo hacen que el niño (a) se sienta peor, más confundido y/o enojado y triste.
- Permitir y aún promover que mantengan contacto regular con ambos padres, en especial que exista comunicación constante con el padre con el que no viven, ya que la pérdida del contacto cotidiano con él es uno de los cambios que trae consigo el mayor impacto.
- Comunicarse en los temas que atañen a los hijos. Si bien ya no son más una pareja, ambos son y seguirán siendo padres de sus hijos y por lo tanto a los dos les corresponde hacer acuerdos y tomar decisiones en todo lo que se refiere a ellos y cuando los niños perciben que tanto papá como mamá participan en su educación, que pueden ponerse de acuerdo y que no hay discusiones cuando se trata de ellos, les es más fácil aceptar la realidad que el divorcio les ha impuesto.
Pedirles a los padres que hagan todo lo que se mencionó anteriormente, cuando ellos mismos son los que están atravesando por algo sumamente difícil, tratando de elaborar la pérdida y de adaptarse a la nueva realidad que ahora enfrentan, puede parecer demasiado exigente; sin embargo, por el amor que sienten hacia sus hijos, seguramente harán todo lo que esté en su poder para minimizar al máximo las consecuencias negativas que la decisión que tomaron tendrá en sus hijos.