Escrito por: Mariel Hernández Maldonado
Los niños son un mundo inimaginable; bien podrá decir un adulto que se sienta muy conectado con ellos que comprende claramente lo que es ser una niña inquieta corriendo por todos lados con escenarios imaginarios o un niño con las manos llenas de lodo jugando a moldear figuras amorfas, pero nadie como ellos comprende lo que es estar ahí, creyendo en lo imposible y conociendo algo nuevo todos los días.
Estos pequeños humanitos tienen un cerebro que se desarrolla a velocidades inexplicables y cualquier estímulo es bueno para ayudarlos a impulsar su creatividad, su capacidad de comprensión del mundo que los rodea, y así de importantes como son los juegos lo es una buena lectura que les ayude a imaginar lo que una tableta o una televisión no le pueden dar. Este punto lo tocamos en nuestro artículo: Restringir la tecnología a los menores de 12 años ¿Si o no?
Hoy se nos ha dado la idea de que la tecnología y sus representantes móviles pueden darnos todo lo que necesitamos, pero esto es tan falso como que los niños no entienden lo que pasa en su entorno; los niños necesitan crear mundos e imaginarse por sí mismos los cuentos de hadas que las caricaturas se empeñan en definir. Muchos padres (ya sea por necesidad o por comodidad) sientan a sus hijos durante horas frente al televisor, y no es distinto a la hora de dormir, cuando les ponen “programas tranquilos” para que velen sus sueños.
Pero esto es equivocado. Por tranquilo que sea un programa, el televisor siempre está emitiendo ondas de luz cambiantes que estimulan el ojo del niño y por lo tanto el cerebro, quitándole la posibilidad de estar en un ambiente tranquilo, obscuro y relajado como es necesario para dormir y descansar. No solamente en la vigilia, sino en la conciencia, los libros y las buenas lecturas analíticas y aquellas que enseñan lecciones de tolerancia, respeto y comprensión le ayudan a forjar una visión de la realidad mucho más apacible y enriquecida.
En general, la sensación que una madre o un padre le pueden otorgar a sus hijos leyéndoles hasta que caigan en un sueño profundo es de una confianza apacible, mientras en su cabecita se van creando las imágenes de un mundo que nadie más que él o ella podrán disfrutar.
Hoy en día los niños tienen una declaración de derechos inalienables que nosotros como adultos debemos respetar con la misma determinación con la que respetamos los propios y entre estos derechos se encuentra el realizar actividades que los ayuden al desarrollo no solamente físico, sino mental y social, y no existe mejor manera de incentivar su creatividad que dejarlos imaginar, dejarlos crear juguetes con palos y plastilina, dejarlos inventar historias con sus muñecos, que se ensucien y se raspen las rodillas corriendo sin control en los parques, acercarlos al arte y sobre todo quererlos, escucharlos pacientemente y respetarlos.