Escrito por Bianca Manrique López Psicoanalista
La Navidad está a la vuelta de la esquina y con ella lo que se ha vuelto la época por excelencia para regalar; es más, en esta sociedad de consumo en la que vivimos, a veces parece que es esa la única función de esta celebración: recibir y dar regalos. Pienso que es importante reflexionar en primer lugar si queremos que así sea de manera general y en particular cuando se trata de nuestros hijos creo que vale la pena pensar muy bien dos cosas: ¿Cuánto regalar? y ¿Qué regalar?
Para responder a esas preguntas primero necesitamos definir qué es lo que queremos lograr con nuestros regalos, ¿queremos darles algo que sea útil?, ¿preferimos algo que los entretenga para que no nos den lata?, ¿buscamos generar aprendizaje con lo que les damos?, ¿preferimos algo que fomente la convivencia en familia?, en fin, múltiples pueden ser las finalidades de un regalo, pero por lo regular, la mayoría buscamos que lo que le regalemos a nuestros hijos los haga felices. Con esa motivación en mente, muchos creen que mientras más regalos haya, habrá también más felicidad y esto no es necesariamente cierto. No siempre depende del regalo, sino de la filosofía detrás del regalo, si enseñamos a nuestros hijos el agradecimiento y la gratitud por lo que tienen, a disfrutar lo que reciben, a ser capaces de sorprenderse aún en este mundo globalizado y tecnologizado; se pondrán contentos con sus regalos sin importar la cantidad y el tamaño. Más aún, en múltiples ocasiones es la culpa la que nos lleva a “llenarlos” de regalos, suponiendo que compensarán por el tiempo que no podemos pasar con ellos o por las ocasiones en las que consideramos haber actuado mal con ellos, pero las “cosas” nunca pueden compensar por ello; regálales porque quieres dar y compartir con ellos, no por culpa. Cuando das en demasía, se convierte en un cuento de nunca acabar, porque tus hijos esperarán cada vez más, difícilmente aprenderán de frustración y la demanda será cada vez mayor.
Sí lo que te gusta es regalarles juguetes, existen muchos que además de divertir, generan oportunidades de aprendizaje y aquí hay una máxima a recordar: Mientras menos hagan los juguetes, más harán tus hijos. Los niños más pequeños tienen mucho que enseñarnos a este respecto, ¿Alguna vez has visto a un pequeñín divertirse muchísimo con el tubito del papel de baño, con una tapa o con la caja en la que venía envuelto su juguete? Eso nos muestra que es el uso que le demos a las cosas en donde radica la diversión y no necesariamente en el instrumento (ya sea juguete o cualquier otra cosa) y es por eso que preferir los juegos que estimulen la creatividad y la resolución de problemas, así como la convivencia y el intercambio social trae consigo los mayores dividendos en términos de aprendizaje.
Ahora bien, si lo que quieres es mantener a tus hijos entretenidos para no “batallar” con ellos, entonces regálales un ipad, iphone, blackberry, X-box, etc, etc, etc. Basta con ver a un niño enajenado durante horas, casi sin pestañear frente a la pantalla de la televisión, moviendo únicamente los dedos mientras se debate a muerte en un juego de video o modificando su perfil en facebook o twitteando sin parar, para conocer el poder casi hipnótico de todos estos aparatos, lo cual en su vasta mayoría va en detrimento de sus habilidades sociales, del ejercicio como cuidado de su salud y del desarrollo del pensamiento. Cabe aquí una aclaración, no se trata de satanizar los gadgets y videojuegos por considerarlos dañinos, ya que casi nada es nocivo mientras no se use en exceso y con la guía y supervisión adecuada. Además, finalmente es la realidad en la que viven actualmente y es difícil excluirlos de ella, pero es importante cuidar el balance entre este tipo de juegos y otros en los que se fomenten todas las habilidades antes mencionadas.
Por último, recuerda que no existe el regalo ideal, dependerá de ti y de tus hijos, del fin que busques conseguir y de las posibilidades que tienes de hacerlo, pero definitivamente el mejor regalo que puedes hacerles, es el amor que les das todos los días.