De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), 32 millones de niños en el mundo sufren algún padecimiento auditivo discapacitante, como la hipoacusia bilateral. Estas cifras podrían reducirse considerablemente si se realizaran pruebas de detección de hipoacusia en recién nacidos y a lo largo de la infancia, con el fin de tomar acciones oportunas para tratar el padecimiento.
La perdida auditiva en niños puede presentarse tras el nacimiento o a lo largo del desarrollo del niño, por lo que se recomienda que los padres estén al pendiente de las posibles señales:
Durante la primera infancia no mueven la cabeza cuando escuchan algún ruido, no buscan la fuente de procedencia ni reaccionan cuando se menciona su nombre. No se sobresalta ante ruidos fuertes, no balbucea ni reacciona ante expresiones sin un gesto indicativo (por ejemplo en la frase “dile adiós a papi”).
A partir de los 2 años los niños deben responder a su nombre, construir frases de dos palabras y entender lo que se les dice, lo cual indica que tanto su capacidad auditiva como su comprensión del lenguaje se han desarrollado. Si en esta etapa el pequeño no obedece órdenes sencillas, no reacciona cuando se le habla por su nombre o se le cuenta una historia o únicamente reacciona cuando sus padres están cerca, los ve de frente o hay poco ruido de fondo.
Después de los 5 años los niños tienen una gran capacidad de comunicarse, son sociables, les gusta descubrir y aprender, pero cuando estas características no se cumplen se debe contemplar la idea de algún problema de aprendizaje, visual o de audición. El bajo rendimiento escolar es un indicativo común, pues los niños que no escuchan bien pierden el interés por la clase y por relacionarse con sus compañeros.
¿Cómo detectar que mi hijo sufre un trastorno auditivo?
Pasar tiempo con los hijos, jugar con ellos, observar su comportamiento y la forma en que juegan ayuda a los padres a conocerlos y detectar cuando algo no se encuentra bien. Las visitas con el pediatra también son importantes pues enfermedades como meningitis, paperas, sarampión otitis media o los tapones de cera pueden afectar al oído del pequeño.
La audición del niño también puede afectarse por la exposición a ruidos intensos de forma prolongada, así como por ruidos breves pero de alta intensidad, como los fuegos artificiales que usan como entretenimiento y que, además de quemaduras, puede provocarles una sordera permanente.
Detectar y tratar a tiempo el daño auditivo es clave para conseguir mejores resultados a futuro, que impactarán directamente en la calidad de vida del niño y su salud.