Son un medio por el que evitan asumir la responsabilidad de sus actos, por ejemplo: cuando nuestro hijo nos dice: “Yo no rompí la maceta”, intenta escapar de afrontar las consecuencias de sus acciones. Cuando esto es así, conviene preguntarnos qué tan severos estamos siendo al castigar cualquier falta, ya que el miedo a las consecuencias puede hacer que prefiera no decir la verdad. Lo mismo sucede cuando los papás tenemos expectativas demasiado altas, que pueden ocasionar que nuestros hijos mientan para no sentir que nos fallan, un caso típico es cuando ocultan que obtuvieron una mala calificación en la escuela. Los niños pueden también mentir por vergüenza, porque determinadas situaciones les dan pena, como cuando un niño no quiere decir que está siendo rechazado por sus compañeros en la escuela, porque lo hace sentirse muy avergonzado y no quiere que nadie se entere.Las mentiras pueden ser así mismo un manera de medir a los padres, de probar hasta dónde pueden llegar y de si vamos a darnos cuenta o no de que están mintiendo; en otras palabras, de ver si pueden salirse con la suya, como una manera de ir creando sus propios límites y de autoafirmarse.
Finalmente, cuando existen problemas de autoestima, los niños pueden temer excesivamente la desaprobación o tener una necesidad intensa de obtener afecto, lo que los lleva a mentir o a ocultar la verdad, como ejemplo tenemos a los chiquitos que ocultan que no han cumplido con sus deberes (hacer la tarea, recoger su cuarto, lavarse los dientes), por temor a que al ser desaprobados por sus papás o por alguna otra autoridad, ésta les retire su afecto.
¿Qué hacer?
Uno de los primeros pasos para atacar esta conflictiva, es hablar con nuestros hijos para tratar de comprender el motivo de su mentira y con ello trabajar con lo que está de raíz. También es importante explicar de manera muy clara la diferencia entre la verdad y la mentira y qué es lo que esperamos de ellos.
No olvides nunca que hay que predicar con el ejemplo, es muy claro para nosotros cómo los niños suelen imitar todo lo que hacemos y eso incluye mentir. Para ejemplificarlo, pensemos en una mamá que le repite a su hijo hasta el cansancio: “No debes decir mentiras”, para después tener esta conversación:
Hijo: “Mamá, te llama la señora Martínez por teléfono”
Mamá: “Dile que no estoy”
Recuerda que los niños imitan lo que haces, más que lo que dices, por lo que es importante ser congruentes.
Enseñarles a ser empáticos con los demás es una lección de suma importancia para evitar las mentiras, ayudarlos a que se pongan en el lugar de la otra persona y de lo que siente cuando le mienten probablemente evitará que mienta en el futuro.
Es importante también infundirles confianza, que tu mensaje para ellos sea que lo que sea puede manejarse y que se solucionan mejor las cosas diciendo la verdad. No avergonzarlos, reprimirlos excesivamente o reaccionar de manera exagerada cuando hagan algo “malo”, les ayuda también a no temer las consecuencias de decir la verdad y asumir responsabilidad por sus acciones.