Escrito por: Mariel Hernández Maldonado
El parto es la experiencia más bella y aterradora que puede vivir una mujer; bella porque es la culminación de la espera por conocer a aquel pedacito de humano que ha crecido durante nueve meses dentro de ella y aterrador porque es hora de hacerse cargo de ese pequeño humanito que a través del amor, cuidados y la lactancia materna irá creciendo hasta ser un adulto. ¿Lo haremos bien? Solo el tiempo lo decidirá.
Pueden haber muchas mujeres que no son capaces de amamantar a sus hijos por la razón que sea, esto no quiere decir que sean malas madres o que les falte algo; incluso puede ser una falla de los servicios médicos por pasar desapercibido el primer contacto que hacen los bebés con el mundo. Debería ser la madre, pero generalmente no lo es.
Quienes hemos dado a luz sabemos que después de haber dado vida, lo que le espera al bebé es un buen número de tubos entrando por su boca, garganta, instrumental médico frío haciendo contacto con su piel nueva y delicada; en ocasiones incluso estos procedimientos se hacen con una rapidez y descuido propia de los prestadores de servicios médicos, todo para que al final lo envuelven en una especie de cápsula, le ponen un gorro y lo entregan a la madre exhausta.
Pero las cosas no deberían ser así. Médicos argentinos, españoles, estadounidenses y de otros países aseguran que el primer contacto que el bebé debe tener después de salir del vientre, es con la madre y sin embargo es el menos común. Después del nacimiento, se debe dar una hora completa para que la madre y el bebé se conozcan y se entiendan, dicho contacto ayuda a reforzar el vínculo madre e hijo, estimula la producción de leche materna y ayuda a trabajar desde tempranas edades con la angustia de separación.
Se cree que también es conveniente postergar el corte del cordón umbilical; dejar que el bebé descanse sobre el pecho desnudo de su madre con el cordón umbilical y sin ser inmediatamente sanitizado, pues nace con la sustancia grasosa conocida como “vernix caseoso” que les ayuda a prevenir infecciones.
Que la madre tenga la oportunidad de pasar una hora entera con su hijo recién nacido ayuda también a que ella se sienta más segura de cuidar a su propio bebé, a tenerlo entre los brazos sin la necesidad de que el personal médico le indique absolutamente todo lo que debe hacer; el instinto es lo primero que le llega a la madre cuando tiene a su hijo entre los brazos, así también ayuda a que el bebé aprenda el reflejo de succión como debe hacerlo: instintivamente.