Gracias a los estudios de diferentes centros de investigación como la Universidad Veracruzana, cada vez se sabe un poco más acerca de la epilepsia en niños, desde cómo detectarla hasta pronosticar cuáles son las repercusiones en la vida diaria tanto escolar como en casa pues las zonas más afectadas por este padecimiento son las sociales, lo que a veces provoca ansiedad o depresión en los niños que la padecen. Hoy después de analizarla por diferentes puntos, se ha llegado a determinar que en cierto punto la epilepsia podría estar ligada con el autismo.
Algunos aspectos de la epilepsia nos pueden recordar un poco al comportamiento de niños autistas; las crisis de ausencia son episodios en que los niños se pierden del lugar en el que están, pues pueden estar haciendo alguna actividad física o sencillamente platicando y repentinamente se desconectan de su realidad, se quedan “ausentes”, tal y como pasa con los niños autistas, que desconocen la mayor parte del tiempo los estímulos de su exterior.
Aparte de estas similitudes, se tomaron dos modelos experimentales, pues el 30% de los niños que padecen de autismo en algún momento de su vida sufren de episodios epilépticos aunque no se repitan, generalmente en la infancia y en la adolescencia. Con las investigaciones que se están realizando se busca encontrar la diferencia entre los neurotransmisores que se activan en el cerebro de un epiléptico y en el de una persona con autismo.
Para tener resultados más precisos, en el laboratorio los doctores María Leonor López-Meraz, Jorge Mano Denes y Rebeca Toledo Cárdenas junto con Ángel Alberto Pulg Lagunes aplican ciertos medicamentos anti convulsivos a ratas de laboratorio para evaluar los cambios neuroquímicos de la amígdala y el hipocampo así como el cerebelo y la corteza frontal, áreas implicadas tanto en el autismo como en la epilepsia.
Este descubrimiento podría echar luz sobre este par de padecimientos que golpean fuerte las áreas sociales de los afectados ocasionando en muchos pacientes severas depresiones y fracasos principalmente en el área emocional y laboral. Tanto la epilepsia como el autismo han intentado combatirse con un cóctel de medicamentos que no siempre resultan, pero pocas veces las familias voltean a la posibilidad de los tratamientos alternativos, lo que provoca no solamente que estos padecimientos se agudicen, sino daños al organismo..
Siendo familiares de una persona con autismo y epilepsia es importante acercarse con un profesional para que nos guíe a través de estos silenciosos padecimientos que muchas veces también cuestan la unión familiar cuando no se sabe cómo tratar con una persona diferente.