“Dale un besito a tu tío” la costumbre de obligar a los niños a dar besos

Escrito por: Mariel Hernández Maldonado

Convivir con niños es siempre la misma historia: pequeños figurines humanos que todas las personas tratan de hacer como sus propias voluntades dictan. Sin importar de quién sea el niño y bajo qué reglas esté siendo educado, siempre existe una persona que quiere imponer sus normas y reglas ante él o ella, y no es algo nuevo, desde siempre se les ha considerado a los niños como receptores pasivos de reglas y sentencias adultas, sin tomar en cuenta lo que ellos quieren o necesitan.

La infancia es un momento de la vida en la que nos encontramos llenos de sorpresas y aprendizaje; para los niños cada día, cada objeto es un descubrimiento y para ello necesitan tener un carácter curioso inherente a los infantes, sin embargo hay acciones que nosotros como padres o familiares podemos llevar a cabo de una manera “inocente” y sin tenerlo planeado hacerles un daño que merme sus ganas de conocer el mundo.

Es completamente normal que las personas se sientan atraídos emocionalmente hacia los niños pues llenan de alegría y ocurrencias los lugares que visitan, sin embargo, muchos de ellos no se sienten compelidos a demostrar el afecto hacia los adultos físicamente con besos y abrazos, mucho menos a quienes no son sus padres o abuelos, y nosotros sin pensar en las consecuencias, acudimos al aparentemente inocente “dale un beso a tu tío” o “abraza a tu abuelita” que si bien es cierto que en la justa medida puede ser bueno para crear lazos afectivos, también puede predisponerlos a ser víctimas de abusos.

Obligar a nuestros hijos a abrazar o besar a un adulto (e incluso a otros niños) les quita el derecho de decidir qué hacer con sus cuerpos respecto a personas ajenas, les hace pensar que es normal que las personas los obliguen a “demostrar cariño” por medio del contacto físico, por lo que más tarde en una situación de riesgo de abuso sexual, ceden al abusador sin poner peros. Esto, por supuesto es un caso extremo, sin embargo es buena ocasión para poner en evidencia las maneras que nosotros utilizamos para forzar ciertas partes del desarrollo infantil que bien podrían desarrollarse solas y ser aprendidas por medio de la observación.

 

Los niños son como esponjas, y puede ser que esta sea la frase más pronunciada sobre la infancia, pero tiene significados mucho más profundos que “enséñale todo lo que puedas para que sea un genio”, uno de ellos es la manera en la que aprenden cómo relacionarse con las personas, un ejemplo: nosotros podemos desgastarnos en discursos sobre la importancia del respeto y la paciencia para con los demás, pero si al cuidar de un pariente enfermo o educando a un hijo más pequeño nosotros perdemos la cabeza y les faltamos al respeto física y verbalmente, no podemos esperar que ellos después sean personas pacientes y respetuosas.

Así pasa con el control de los cuerpos.

El cuerpo de un niño o una niña es de ellos, pura y soberanamente (lo que por supuesto no significa darles la responsabilidad de ellos mismos como se le da a un adulto, pues aún tiene reglas que aprender y caracteres qué formar), si nosotros le decimos “dale un besito a la tía porque si no se pone triste” le enseñamos que por medio del chantaje cualquiera puede utilizar su cuerpo, o de una peor manera le enseñamos a hacer lo que se le pide con tal de agradar o gustar.

Quienes criamos a nuestros hijos debemos ser conscientes de que estamos dándole forma a una personalidad, estamos forjando conciencia de uno mismo, personalidades, responsabilidades y más aún como padres. Si queremos que nuestros niños se respeten, tenemos que respetarlos a ellos, enseñarles que pueden decidir sobre sí mismos.

Queridos lectores, los invitamos a leer nuestro artículo Niños y amor, encontrando el punto medio.

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