Se ha difundido mucho la creencia de que tener un animal en casa aumenta riesgos de salud en los niños como pueden ser infecciones. Afortunadamente en los últimos años se han hecho varios estudios, como el del Hospital infantil de Philadelphia, en el que se asegura que uno de los mayores beneficios que proporcionan las mascotas es una mayor seguridad y confianza en sí mismos, lo que evidentemente repercutirá en la autoestima de los pequeños. De la misma manera se fomenta el sentido de responsabilidad, además de que se vuelve más empático con los seres vivos y aprende muchas cosas de ellos como sus procesos fisiológicos (reproducción, nacimiento, crecimiento, muerte) y le ayuda a ser más reflexivo ante estos sucesos naturales.
El convivir con un animal ya sea un perro, gato, tortuga, peces, etc., crea una conexión especial que hace que el niño se vuelva más solidario además de que aprenda el sentido de la responsabilidad, siempre y cuando los padres asuman el compromiso de enseñarle la difícil tarea de respetar y cuidar a otro ser vivo, lo cual implica compartir cosas como el tiempo y al mismo animal en el momento en que se otro compañero, hermano, primo, etc., quiera jugar con el animal, lo que hace que da una tendencia de que las relaciones sociales se vuelvan mucho más flexibles, porque además casi siempre la tendencia hacia los animales es positiva. Se ha dicho bastante acerca de que la interacción con animales además hace que los niños desarrollen sentimientos positivos, lo que traerá consigo que en la escuela se desenvuelvan con mayor facilidad y en algunas ocasiones hasta puedan difundir el cuidado hacia los animales a sus demás compañeros.
Es importante resaltar que cuando se pone a un niño a elegir una mascota siempre escogen en primer lugar perros y después gatos, esto es posible explicar si se piensa que es más fácil que un perro al ser de naturaleza social como los humanos represente mayores posibilidades de compartir juegos con los perros, pero eso no es todo, sino que un estudio finlandés del Hospital de la Universidad Kuopio asegura que el hecho de que el niño comparta su vida con perros durante el primer año de vida lo hace más fuerte en contra de algunas enfermedades típicas de la infancia, esto porque se fortalece el sistema inmunológico debido a que ciertos microbios pueden estimularlo y de esta manera hacerlo funcionar mejor.
Así encontramos que los animales no sólo aumentan la autoestima de los niños, sino que los vuelven más sociales y más sanos.