Las Doulas en los partos

Escrito por LCCE. Mariana Laguarda Ruiz

La palabra doula viene del griego “servir” y actualmente se refiere a la manera en que nombramos a las acompañantes profesionales al parto.
Numerosos estudios internacionales nos indican que la presencia de las doulas, favorece que los partos sean más fisiológicos.  Un parto fisiológico es aquel en que el bebé viene bien acomodado, las contracciones son constantes, regulares e intensas, la dilatación progresa consistentemente y la mujer da a luz con facilidad.  Sabemos pues, que si una doula acompaña a la mujer durante la labor,  disminuye la duración de los trabajos de parto y, por lo tanto, de las horas cama por paciente, existe un menor número de cesáreas y de aplicación de bloqueos y también una menor incidencia en el uso de fórceps. De hecho, si hubiera doulas en el sector salud, esto repercutiría en forma muy favorable en las finanzas de los hospitales, ya que los gastos que implican las  complicaciones  durante los trabajos de parto, se verían abatidos en forma importante. Es por esto, que una de las premisas principales de DONA (Doulas de Norteamérica), es que ninguna mujer debería estar sola durante su trabajo de parto.
Durante el trabajo de parto, el trabajo de la doula es poner a la mujer lo más cómoda posible, proporcionarle estrategias para manejar sus contracciones e incluso sugerirle un patrón respiratorio adecuado. Pero más allá de esto, las doulas representamos una compañía incondicional y constante durante el trabajo de parto, toda nuestra atención está centrada en la parturienta.  La mujer en labor está consiente de que vamos a estar con ella todo el tiempo, que no la vamos a dejar sola y que no la vamos a abandonar.  Las doulas recibimos a la mujer en el hospital y no nos vamos hasta que el bebé nace, no importa si por parto o cesárea. Una vez que esto sucede promovemos la lactancia temprana y favorecemos el vínculo ayudándole a la madre a pegarse a su hijo al pecho y nos retiramos cuando dejamos a la nueva mamá tranquila en la sala de recuperación o en su cuarto, según sea el caso.
Básicamente lo que realizamos son conductas de maternaje.  Es decir, aquellas conductas que las mujeres realizan cuando cuidan sus hijos.  No hay mucha diferencia entre atender a una mujer pariendo o atender a un hijo  enfermo durante la madrugada.  Las doulas hacemos lo mismo que las madres,  pero sin asustarnos y sin estar involucradas, aunque si comprometidas, emocionalmente en la situación.  Es decir, las acompañamos constantemente durante las largas horas que dura un trabajo de parto, les recordamos que lo que está sucediendo es normal, las metemos a bañar, las vestimos y las desvestimos, les damos masaje, las sostenemos y las ayudamos a moverse de un lado al otro, caminamos con ellas por los pasillos de los hospitales, les sugerimos como acomodarse para que las contracciones les molesten menos,  las acompañamos mientras vomitan (cosa muy común en el trabajo de parto), las reconfortamos, las alentamos, las escuchamos  y estamos atentas a sus necesidades.  Reímos con ellas, lloramos con ellas, callamos con ellas, nos emocionamos con ellas y nos sorprendemos con ellas de la maravilla que es dar a luz.

LCCE. Mariana Laguarda Ruiz
Centro de Psicoprofilaxis Montaña
www.psicoprofilaxis.org
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